Otro artículo interesante muestra el punto de vista de Irán y del Sur Global.
La fuente original del artículo es GlobalResearch, un portal de Canadá:
https://www.globalresearch.ca/iran-israel-12-day-war-strategic-distrust-collapse-western-legitimacy/5896195
Tras la “Guerra de los 12 Días entre Irán e Israel”: Desconfianza estratégica y el colapso de la legitimidad occidental
Por Peiman Salehi
Global Research, 28 de julio de 2025
En junio de 2025, mientras las negociaciones indirectas entre Irán y Estados Unidos aún estaban en curso, Israel, seguido poco después por Estados Unidos, lanzó un ataque militar contra territorio iraní. El ataque, que recibió una respuesta iraní de 12 días, de sorprendente magnitud y coordinación, marcó no solo una escalada de las tensiones en Oriente Medio, sino también una profunda ruptura del orden internacional y la credibilidad del sistema global liderado por Occidente.
El hecho más impactante no fue solo la dimensión militar del ataque, sino el momento en que se produjo: ocurrió en medio de un diálogo diplomático en curso. Los canales de comunicación estaban abiertos y las conversaciones sobre el levantamiento de las sanciones aún estaban en el aire. Este contexto convierte la agresión no solo en una violación de la soberanía iraní, sino en un golpe devastador a la idea misma de que la diplomacia con Occidente es posible o significativa. Fue una declaración de que ninguna restricción legal, moral o institucional puede contener los imperativos del poder en la imaginación geopolítica occidental.
En vista de esto, la posible reactivación del llamado "mecanismo de reimplantación rápida", prevista para octubre de 2025, resulta una amarga ironía. Diseñado en el marco del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) para restablecer las sanciones de la ONU en caso de incumplimiento iraní, en su momento se concibió como una herramienta de último recurso. Pero ahora, tras un ataque militar preventivo antes de cualquier violación formal o justificación legal, ¿qué legitimidad conserva aún dicho mecanismo?
Legalmente, es redundante. Estratégicamente, irrelevante. Pero psicológica y políticamente, expone la profunda fractura que define el orden global. Si las potencias occidentales lo invocan de nuevo, no solo atacarán a Irán, sino que enviarán un mensaje escalofriante al Sur Global: que, incluso negociando, incluso cediendo, su soberanía sigue siendo previsible. Que, independientemente de cómo se cumpla, la destrucción sigue sobre la mesa.
Se trata del colapso de la confianza estructural, no entre dos estados, sino entre bloques de civilización.
La experiencia de Irán no es única ni inédita. Sigue un patrón familiar. Muamar el Gadafi en Libia desmanteló el programa nuclear de su país, buscó la reconciliación con Occidente y, finalmente, fue bombardeado hasta el olvido. Siria hizo propuestas limitadas, pero soportó intentos de fragmentación patrocinados por extranjeros y la continua violación de su integridad territorial. En contraste, Corea del Norte optó por la confrontación, desarrolló capacidades nucleares y se ha librado de una invasión militar desde entonces. El mensaje es claro: la sumisión no trae seguridad, solo vulnerabilidad.
Algunos podrían preguntarse: ¿Irán no previó esto? ¿Fue ingenuo volver a negociar? Al contrario, el liderazgo y la comunidad estratégica de Teherán han interiorizado desde hace tiempo la poca fiabilidad de Occidente. Pero la reanudación de las negociaciones de Irán tenía otro objetivo: no lograr resultados, sino eliminar las excusas. Al iniciar las conversaciones, Teherán mostró apertura. Al mantener su compromiso con el diálogo, privó a sus adversarios de la herramienta propagandística de culpar a Irán del colapso de la diplomacia. Y, aun así, fue atacado.
Esta paradoja ha transformado la narrativa. Por primera vez en décadas, una potencia regional fue atacada militarmente durante negociaciones activas, y no por intensificar las tensiones, sino a pesar de reducirlas. El resultado no es solo la erosión de la credibilidad occidental, sino el desenmascaramiento de la lógica imperial tras el llamado "orden internacional basado en normas".
En tal entorno, cualquier futura invocación de herramientas legales como el mecanismo de reversión no restaurará el orden, sino que profundizará el cinismo. Para los países BRICS y otros actores emergentes, este episodio ofrece una lección clave: el poder debe construirse fuera del sistema occidental, porque dentro de él no hay garantías. La seguridad, la soberanía y la autonomía estratégica no pueden negociarse en un marco diseñado para preservar el dominio de un bloque sobre el resto del mundo.
Para Irán, la guerra fue costosa. Pero también marcó un punto de inflexión. En doce días, Teherán demostró disuasión, resiliencia y madurez estratégica. Si bien los medios occidentales intentaron minimizar la importancia de la respuesta iraní, la realidad sobre el terreno, incluido el apoyo simbólico y material de sus socios asiáticos, demostró que Teherán ya no está aislado. Además, la posición de Irán dentro de instituciones multipolares como los BRICS no ha hecho más que profundizarse. Si Occidente insiste en revivir mecanismos punitivos, irónicamente acelerará la transición global hacia las mismas instituciones que se supone deben reemplazarlo. Cada esfuerzo diplomático fallido, cada sanción ilegal, cada ataque ilícito hacen que la lógica de la multipolaridad no solo sea atractiva, sino también necesaria.
La lección geopolítica más amplia, por lo tanto, es la siguiente: la guerra de junio de 2025 no fue solo un acontecimiento regional. Fue una señal global. Demostró que el orden internacional liberal ha agotado su autoridad moral. Que los instrumentos de diálogo que antes se ofrecían como alternativas a la guerra se han convertido en armas. Y, sobre todo, que la fachada del legalismo no puede ocultar la lógica brutal del imperio.
Quizás el mecanismo de retroceso se active. Pero el verdadero detonante ya lo han apretado, no diplomáticos ni expertos legales, sino el despertar silencioso de muchos en el Sur Global. Un despertar que dice: la confianza ya no es una opción. Alinearse con las instituciones occidentales ya no es un privilegio, sino una trampa. Y el único futuro viable reside en la autodeterminación estratégica, la soberanía colectiva y un orden mundial no impuesto, sino negociado.
La cuestión ya no es si se puede confiar en Occidente.
La pregunta es: ¿cuántos estados más deben pagar el precio de confiar en él antes de que el mundo se niegue a jugar este juego por completo?
Peiman Salehi es un analista político y escritor de Teherán, Irán.