sábado, 26 de junio de 2010

El Hachikō de Shibuya

Estoy seguro que este cuento lo habrán contado muchas veces, pero aquí va otra vez, porque hay que mantener la tradición.

Dice la leyenda que durante el período de transición entre las guerras mundiales, había un señor que vivía en Shibuya (渋谷区), un distrito de Tokyo (東京), y que tenía un perrito llamado "Hachikō" (ハチ公) que siempre lo acompañaba hasta la estación por la mañana, cuando se iba a trabajar, y después venía a esperarlo a la estación otra vez, por la tarde, cuando llegaba del trabajo.

Hachikō fue un perro de raza Akita, del norte de Japón. Son perros leales, y bastante inteligentes y activos, por lo que hay que sacarlos a pasear todos los días, si no, del aburrimiento son capaces de destruir la casa. Son de buen temperamento, y se llevan bien con los niños. 

El nombre "Hachikō" (ハチ公 o 八公) quiere decir el "octavo compañero", es decir, el no. 8 de una camada de perritos.

El dueño de Hachikō fue un señor llamado Hidesaburo Ueno (上野 英三郎), agrónomo especialista, profesor de ingeniería agrícola en la Universidad Imperial de Tokyo, "Tokyo Teikoku Daigaku" (東京帝國大學), como se llamaba antiguamente a la universidad de Tokyo, "Tokyo Daigaku" (東京大学), hoy comúnmente abreviada y conocida como "Todai" (東大).

Un día de Mayo de 1925, al profesor Ueno le dio un derrame cerebral durante una de sus clases universitarias, y se murió, y, obviamente, ese día no regresó a casa.

Sin embargo, el perrito siguió viniendo a la estación de Shibuya (渋谷駅), todos los días, por nueve años más, hasta el día de su propia muerte, siempre esperando que regresara su dueño, a la misma hora.

Así, todo el mundo llegó a conocer a Hachikō, porque lo veían siempre en la estación, y tomó fama por su demostración de lealtad durante todos estos años (1925-35). Durante esos años tuvo varios dueños, pero siempre se les escapaba para volver a la estación a esperar a su primer dueño. Mientras tanto, la gente que lo veía lo alimentaba y cuidaba.





En 1932 un estudiante del profesor Ueno encontró a Hachikō, y lo siguió hasta su casa, donde le contaron el cuento del leal perro de su profesor. Este estudiante se había especializado en la raza Akita, y había descubierto que solo quedaban 30 de estos perros en todo Japón. Publicó la historia de Hachikō en el periódico más grande de Tokyo, llamando la atención a nivel nacional.

La lealtad del perro a la memoria de su dueño impresionó a los japoneses, especialmente ese espíritu de lealtad familiar que todo individuo debe tratar de imitar. Los profesores y los padres de familia usan el recuerdo de Hachikō como ejemplo para que sus hijos sigan. Un artista japonés hizo una escultura del perro, y a través de todo el país ha ayudado a despertar conciencia y simpatía por la raza de perros Akita.

La estatua en honor de Hachikō se encuentra en la estación de Shibuya, en una de las salidas al lado occidental; esta salida lleva su nombre, "Hachikō-guchi" (ハチ公口).

Esta estatua de bronce es la segunda que han hecho, pues la primera fue hecha en 1934, pero fue reciclada durante la segunda guerra mundial. La segunda estatua fue hecha por el hijo del primer escultor, y puesta en Agosto de 1948.

Todo el que vive en Tokyo conoce el cuento de Hachikō, y las parejas de novios y amigos que se citan a almorzar o a cenar en Shibuya, acostumbran a encontrarse al lado de esta estatua.

El 8 de Abril, de todos los años, se lleva a cabo una ceremonia en honor a Hachikō, y vienen cientos de dueños, con sus respectivos perros, a la estación de Shibuya.

La historia de Hachikō también se ha contado en películas y libros.

Una animación breve con el cuento de Hachikō:


Referencias:
Hachiko, en la wikipedia
Hidesaburo Ueno, en la wikipedia
Perros Akita, en la wikipedia
"Hachi", trailer de la película con Richard Gere


 
 

viernes, 25 de junio de 2010

Ginza

La primera tarde en Tokyo fuimos a Ginza (銀座). El distrito de Ginza alguna vez fue catalogado como la tierra más costosa del mundo. Aquí se encuentran almacenes inmensos, así como boutiques de modas, y restaurantes exclusivos.  

Ginza queda a pocas cuadras de la estación de Tokyo, y es fácil caminar de un distrito al otro.
Fue construída en 1612, por los Shogunes, y en 1860 fue abierta a los negociantes extranjeros; fue por Ginza que la arquitectura occidental entró primero a Japón.

 En una de las calles vimos a un monje budista caminando y pidiendo limosna. Creemos que se trata de un gesto simbólico, como lo hacen todas las religiones del mundo, para recordarle a los japoneses, quizás infructuosamente, que no deben seguir ideales materialistas.

  En Ginza visitamos la Galería de Nissan, de entrada gratuita. Tienen ahí, a la muestra para el público, uno de los últimos vehículos diseñados para el futuro del mundo. Vimos el "Land Glider", auto eléctrico, de forma orgánica, para una persona. Este auto se inclina al tomar las curvas. El panel de información, y el timón, parecen los controles de un avión. No usa espejos retrovisores, sino cámaras. 

Poco después logramos encontrar el edificio super-moderno, y también de forma orgánica, del Foro Internacional de Tokyo, al lado de la estación de Yūrakuchō (有楽町), con amplios espacios interiores, y pasillos transparentes, suspendidos en el espacio, (da miedo caminar dentro de ellos, porque se ve todo para abajo) que atraviezan el edificio de lado a lado. Dentro de este edificio se llevan a cabo exposiciones de productos internacionales. El techo de este edificio tiene la curvatura del calado de un barco.  

Por mucho que uno conozca a Tokyo, esta ciudad siempre está llena de sorpresas.


Referencias:
Ginza, en la wikipedia
Ginza, en wikitravel

 
 

sábado, 19 de junio de 2010

Tokyo

Después de dos días en Hakone, placenteramente rodeados de árboles verdes, escuchando el caudal de un río, y el sonido del viento sobre las flores de sakura, nos montamos en un Shinkansen desde Odawara, para llegar a Tokyo (東京) en cuestión de minutos.


No es de sorprender que desde la ventana solamente se ven edificios a todo lo largo del camino. De Osaka a Tokyo, 500 kms de casas, como si todo el país fuera una sola ciudad. Cuando el tren bala empieza a detenerse, nos damos cuenta que estamos en Tokyo, una selva de concreto, una de las ciudades más pobladas del mundo (13 millones de habitantes, en una densidad de 5380 personas/km2). ¡Ay!, ¡claustrofobia otra vez! ... y sin un grillito que cante. 

En la estación de tren de Tokyo [la más transitada del país], todo es un correr, de los japoneses que saben para dónde van, y de los extranjeros que corren, porque todo el mundo corre, pero que no saben para dónde ir. Los que no saben se paran a observar, y pobrecitos, llega la corriente de gente y se los lleva por delante. Todo el mundo camina de prisa, sobre esas bandas que se deslizan automáticamente para acortarle el camino, y sobre las escaleras eléctricas que suben y bajan hasta tres pisos bajo tierra. Esto es peor que una cueva de topos, o que un hormiguero de humanos. Los que deciden no caminar, se paran al lado izquierdo, para que los que tengan prisa, avancen por la derecha (como los autos de este país, que siguen el sistema inglés, por el capricho del emperador Hirohito que quedó fascinado con Inglaterra cuando la visitó por primera vez).

 Por la estación de Tokyo (東京駅) pasan todos los trenes [mueve 3000 trenes por día], los locales que van por encima de tierra, tanto los que van subterráneos, como los trenes bala, shinkansen, que viajan rápidamente por todo el país. Construída inicialmente en 1908, esta estación se mantiene en constante renovación y expansión.

¿Que tenéis hambre? Pues en cualquiera de las innumerables estaciones hay pasillos con restaurantes de todo tipo: curry japonés, curry indio, dulces de arroz, spagetti italiano, comida japonesa, comida francesa, ... pero hay que evitar las horas pico, por obvias razones. En ese sentido, Tokyo es una capital bastante internacional: tiene restaurantes de todas partes del mundo. 

 Y los claustrofóbicos, con ganas de salir a ver el cielo, que de pronto nos encontramos a 6 ó 7 pisos bajo tierra ... qué desesperación! Aunque no falta el aire, pues las máquinas de aire acondicionado hacen circular el aire, y todo funciona bien. Nadie quiere que le toque un terremoto cuando anda por allá abajo ... ¿será por eso que todo el mundo anda tan rápido, que parecen desesperados por salir? ... ¿Será que todos son claustrofóbicos como nosotros?

De todas maneras, Tokyo es una ciudad muy difícil para vivir: mucha gente, vida costosa, y espacios reducidos. En el pasado (hace 25 años), solamente me aguanté 3 años aquí, y salí corriendo para otro país tan pronto tuve la oportunidad. Tokyo es una ciudad demasiado impersonal; el individuo no importa; es una sociedad de hormigas. [En Japón, en promedio, se suicidan 100 personas por día] Todo el mundo vive deprimido, pobrecitos, nadie sonríe. Los únicos que saben sonreir son los extranjeros.

Y para los que odiamos el humo del cigarrillo, imposible evitarlo: todo el mundo fuma. El problema grave de este país es que hay muchos fumadores. Como decíamos en otra oportunidad, sospechamos que se trata de un mecanismo de control de la población. Ahora ya se están quedando sin gente en edad laboral, y están empezando a importar trabajadores extranjeros. Los que tengáis principios fuertes, si queréis evitar fumadores, mejor cambiad vuestros planes e id a visitar a Nueva Zelandia, o a Australia, donde los fumadores son minoría y no tienen derechos.

A pesar de los puntos negativos, Tokyo también tiene bastantes puntos positivos: unos museos espectaculares, y una tiendas y restaurantes magníficos, para aquellos que visitan con dinero. En Tokyo se puede uno comprar desde un robot con inteligencia artificial, hasta una quena boliviana; se puede almorzar en un restaurante ruso, y por la noche bailar son cubano. Lo importante es saber dónde están estos lugares, y cómo llegar a ellos. Para eso hay innumerables libros y algunas guías prácticas por internet. 

 Afortunadamente, la gente de Tokyo todavía es honesta, y si uno pregunta a un local, o a un policía [pues los policías no tienen nada más que hacer, porque el crimen en Japón no existe, nadie roba, no pasa nada, solo algunos extranjeros ruidosos], ellos con gusto hasta se desvían de su rutina diaria para orientarlo a uno; algunos hasta lo llevan a uno de la mano a su destino, sabiendo que los pobres extranjeros no saben leer los intrincados garabatos de la escritura japonesa.

En Tokyo paseamos por Ginza, Shibuya, Shinjuku, y Ueno. Mantuvimos nuestra estadía deliberadamente corta a tres días, sabiendo que esta sería la más incómoda y costosa parada de nuestro viaje por Japón. Para no alargar este cuento demasiado, sobre estos sitios escribiré un poco más en los próximos días.

Tokyo, como otras ciudades grandes del mundo, no define al país; es un sitio de transición, como una estación; por aquí pasa todo el que va para otras partes del mundo (como Nueva York, o Londres). Para ver al verdadero Japón, hay que ir a otras ciudades, especialmente a la zona clásica de Kansai (Osaka, Nara, y Kyoto).


Referencias:
Tokyo, en la wikipedia
Tokyo, en wikiTravel
Tokyo, en Japan-Guide
Tokyo, en LonelyPlanet
Tokyo, DK Eyewitness Guide (libro impreso)
Top 10 Tokyo, DK Eyewitness Travel (libro impreso)

 
 

jueves, 17 de junio de 2010

Hakone

El trayecto de Nagoya a Odawara (小田原), sobre la línea Tokaido (東海道), toma dos horas a 300 km/h. En la antigüedad por aquí pasaba una carretera que unía a las capitales de Edo (江戸) y Kyoto (京都).

Hiroshige (広重), uno de los artistas famosos de Ukiyo-e (浮世絵), pinturas impresas con bloques de madera, un estilo de arte que se desarrolló entre los siglos XVII y XIX, hizo una serie de cuadros sobre las "53 estaciones sobre el Tokaido" (東海道五十三次, Tōkaidō Gojūsan-tsugi). Los pintores europeos del impresionismo, y post-impresionismo, Van Gogh, Degas, Monet, y otros, admiraron y se dejaron influenciar por el ukiyo-e japonés. 

 Otro pintor famoso, Hokusai (北斎), hizo una serie titulada "36 vistas del Monte Fuji" (富嶽三十六景, Fugaku Sanjūroku-kei). Esta serie fue la que inspiró a Hiroshige a pintar su serie sobre el Tokaido.

Con esto en mente, nuestro destino siguiente es Hakone (箱根), uno de los temas de estos pintores de Ukiyo-e, en las vecindades del Monte Fuji. Hakone es un destino turístico bastante popular, por su proximidad al monte Fuji, y su relativa proximidad a Tokyo.

Nos hospedamos en Hakone-Yumoto (箱根湯本), a escasos 10 minutos-tren de Odawara, estación que conecta con el tren bala. En Hakone-Yumoto es placentero encontrarnos rodeados por naturaleza: montañas, lagos, ríos, y hermosos árboles. Muchos de los hoteles incluyen baño con aguas termales, por tratarse de una zona volcánica. Decidimos comprar el "Hakone Pass", un tiquete de dos días que nos permite viajar en autobús y tren para descubrir la zona. 

 En el camino hacia el hotel encontramos un árbol de sakuras híbridas, con flores rosadas y blancas.

Cerca de la estación de Hakone-Yumoto encontramos restaurantes, y almacenes de comidas diversas de la región. Una de las personas locales nos comenta que recientemente visitan más extranjeros, como nosotros, desde que empezaron a listar los hoteles en Internet. 

 Al día siguiente salimos temprano en autobús, hacia Moto-Hakone (元箱根), al lado del lago Ashi (芦ノ湖). El lago Ashi se encuentra sobre la caldera del monte Hakone, en una zona volcánica. Caminamos entre unos árboles de cedro gigantes, que tienen más de 400 años, plantados en la era Edo para dar sombra a los transeúntes y peregrinos que pasaban por estos lados. 

Desde la casa imperial de Hakone, situada al lado del lago Ashi, entre Moto-Hakone (元箱根) y Hakone-Machi (箱根町), logramos ver brevemente al Monte Fuji (富士山), que se asoma tímidamente antes de ocultarse tras una densa neblina:





El monte Fuji es un volcán pasivo, la montaña más alta de Japón (3,776 metros), venerada por el Shintoísmo; por eso las constantes visitas de peregrinos, y la presencia de Santuarios religiosos. En invierno se viste de blanco, y en primavera todavía se alcanza a apreciar su pico recubierto de nieve.

 Seguidamente, tenemos que salir corriendo, desde Hakone-Machi, pues pronto van a cancelar el servicio de transporte, el ferry, sobre el lago Ashi. Para nuestra grata sorpresa, nos envían en el barco pirata, porque se mueve rápidamente y puede transportar muchos pasajeros; así que salimos premiados, sin haberlo planeado.

Llegamos a Togendai (桃源台), al norte del lago Ashi, desde donde podemos abordar otros medios de transporte.

El resto del circuito lo completamos en una cápsula de pasajeros sobre cable, el Hakone Ropeway, por encima de las montañas, hasta Sounzan (早雲山). Desde arriba, mirando hacia abajo, vimos cuevas de antiguas minas de azufre, todavía echando humo.  

 Después tomamos un tren tirado por cable, hasta Gora (強羅). A mitad de camino nos bajamos a ver un parque llamado "Gora Park", con muchas plantas en casas de invernadero. 

Finalmente regresamos en un tren que desciende entre estaciones que se encuentran en zig-zag, hasta la última estación en Hakone-Yukoto, al finalizar el día.

Creo que en esta visita a Japón utilizamos todos los medios de transporte tan variados, que uno se pueda imaginar. Solamente nos faltó subirnos en un cohete, o en submarino.

A Hakone vienen a descansar, con mucha frecuencia, familias que viven en Tokyo, cuando se cansan de la vida de la ciudad, congestionada selva de concreto.

Para aquellos que gustan del contacto con la naturaleza, Hakone es un destino placentero, relajante, variado, lleno de interés, y diferente.

Referencias:
Hiroshige, en la wikipedia
Hokusai, en la wikipedia
Ukiyo-e, en la wikipedia
Hakone, en la wikipedia
Hakone, en WikiTravel
Hakone, en Japan-Guide
Hakone, en la guía de Kanagawa
Hakone-navi, guía en japonés
Lago Ashi, en la wikipedia


 
 

miércoles, 16 de junio de 2010

Takayama





Después de Shirakawago, tomamos un autobús hasta Takayama (高山), otro pueblito localizado en el norte de los Alpes japoneses, con arquitectura del período Edo, pero solamente alcanzamos a visitarlo una tarde, así que no vimos mucho.

"Sanmachi" (さんまち) es una sección interesante de la antigua ciudad de Takayama. Consiste en tres largas cuadras con casas hechas de madera, que incluyen boutiques de ropa, y venta de sake (酒), bebida alcohólica hecha de arroz; incluye también casas grandes de mercaderes, convertidas en museos. Muchos turistas extranjeros visitan esta parte de la ciudad, y queda apenas a 10 minutos caminando desde la estación. 

 Takayama celebra uno de los festivales más famosos en Japón, el Sanno Matsuri (山王祭り), una conmemoración de la llegada de la primavera, en la segunda semana de Abril. Desafortunadamente, no estuvimos para presenciarlo, pues nuestros planes nos obligaban a movernos rápidamente hacia otra ciudad. Los hoteles locales aumentan el precio de la estadía durante los días del festival.

En Takayama volvemos a encontrar la línea nacional de trenes, JR, y tomamos un tren rápido hacia Nagoya (名古屋), donde conmutamos a un Shinkansen (新幹線), tren bala, hacia Odawara (小田原), cerca de Tokyo (東京). La experiencia en el tren bala es inolvidable, para aquellos que lo hacen por primera vez. El promedio de velocidad son 300 kms/hora. Adentro es cómodo, y por fuera parece un avión sin alas.  

Referencias:

Takayama, en la wikipedia
Takayama, en wikitravel



 
 

sábado, 12 de junio de 2010

Shirakawago





Shirakawago (白川郷) es un pueblito que queda entre Kanazawa (金沢) y Takayama (高山), al norte de Nagoya (名古屋). Es famoso porque conserva la arquitectura de casas de madera con techos de paja, conocida como "Gasshō-zukuri" (合掌造り), típica de los campesinos cultivadores de arroz de la época Edo. Los techos de estas casas pueden soportar inviernos con fuertes nevadas. 

 A ese pueblito se llega por autobús, pues no hay tren en esa zona. Cuando llegamos, estaba haciendo frío, y se veían las lomas de las montañas aledañas que rodean al pueblito, llenas de nieve. Cuando esa nieve se derrite, forma una cantidad de riachuelos, y arrollitos, todos que van a dar al pueblo, para irrigar sus cultivos de arroz. Pero lo bonito es ver al agua pura fluir al lado de las calles. Cuando pasa por el lado de las casas, han hecho pozos y fuentes, mientras otros construyen pequeños puentes, en fin, creativamente buscan la forma de aprovechar el agua que llega al pueblo.

Al final, al frente del pueblo termina pasando un pequeno río, caudaloso, que en su punto máximo puede alcanzar hasta 30 metros de lado a lado. Japón es un país de ríos cortos, por su geografía de islas estrechas, pero caudalosos y sonoros, pues agarran fuerza cuando bajan por las pendientes de sus montañas, y suena el chispeo y el líquido fluir que rodea cada una de sus brillantes piedras. Viendo esto, y la fertilidad de sus tierras, enriquecidas por ser zona volcánica, nos damos cuenta que todo el país ha sido bendecido con su naturaleza. Podríamos pasar nuestra vida entera sentados, admirando la belleza de este país.

Quisiéramos entender y poder explicar el enamoramiento y la devoción de los japoneses hacia la naturaleza. Por un lado, está el Shintoísmo (神道), esa religión animista que ve un espíritu y un dios en cada árbol, y en cada piedra. Coexiste, por el otro lado, con la solemnidad y tranquilidad del Budismo (佛教), recitadores de mantras, adoradores de ídolos de madera, con templos vacíos y espaciosos, oliendo a incienso.

Sin embargo esto no logra explicar por qué ellos mismos son capaces de matar a los delfines a garrote, ni tampoco por qué exterminan a las ballenas del Pacífico Sur. Un pueblo milenario, capaz de amar y construir, tan intensa y devotamente, como es también capaz de odiar y destruir, tan salvajemente. Esa es una de las contradicciones no sólo de los japoneses, sino de todas culturas y de la humanidad, en general. Manifiesta la inmadurez de nuestra civilización, que con una mano deshace lo que con la otra hace.

En Shirakawago, los campesinos ignoran a los turistas, como si fuesen fantasmas, y siguen con su vida cotidiana de hace 3 siglos. Abismos culturales y lingüísticos entran en juego y separan a la gente de distintas razas y nacionalidades. El extranjero contempla, sin interrumpir, para que el tímido japonés no se asuste, como cuando observamos a un pez en un acuario, confinado a sus cuatro paredes de cristal. 


De Shirakawago pasamos a Takayama, a una hora en autobús.

Referencias:
Shintoísmo, en la wikipedia
Ying y Yang, en la wikipedia
Budismo, en la wikipedia
Mantra, en la wikipedia
Gassho-zukuri, pagina oficial


 
 

jueves, 10 de junio de 2010

Kanazawa

De Kyoto salimos una mañana hacia Kanazawa (金沢市), al norte de Nagoya, todavía en la isla de Honshu. Para ese trayecto no hay tren bala, Shinkansen, así que tomamos un tren expreso, "Kyūko" (急行), que nos tomó dos horas.

En Kanazawa visitamos dos sitios importantes:

El primero fue el parque Kenrokuen (兼六園), uno de los tres grandes parques de Japón (Los otros dos son Korakuen en Okayama, y Kairakuen, en Mito). Este parque también ha sido designado como patrimonio de la humanidad, y está protegido por UNESCO. 

 Parecía que en ese día todo el mundo pensó en hacer lo mismo. Había un gentío igual a cuando la gente entra (o sale) de un partido de fútbol. Yo ya me estaba sintiendo asfixiado y claustrofóbico, pero todo se me olvidó cuando vi los árboles de sakura.

Sinceramente, creo que Kenrokuen tiene las sakuras más espectaculares de Japón; unos árboles grandes, y frondosos, las flores de sakura blancas, como la nieve, y el tronco y las ramas negros, como el carbón; un contraste muy bonito y elegante. Para los que no saben, las hojas salen varias semanas después, y mientras tanto, los pétalos de las flores se caen, en una lluvia de pétalos; la gente viene y hace picnic debajo de estos árboles, durante los fines de semana, y algunos traen sus equipos portátiles de karaoke, y se quedan cantando y tomando "sake" (una bebida embriagante hecha de arroz) hasta tarde en la noche.






En el parque había también riachuelos bien encauzados, con piedritas y pendientes que hacían sonar al agua, y lagunas con pagodas, puentes de piedra, y casas de descanso. Definitivamente, un sitio muy bonito, si tan solo no viniera tanta gente.
 

El segundo lugar importante es el castillo de Kanazawa (金沢城), que queda ahí mismo, al lado de Kenrokuen. La sensación es también romántica: el castillo dentro de su ciudadela amurallada, con los árboles de sakura acariciándole el paisaje. El contraste del sitio guerrero, impersonal, y frío, con la naturaleza de primavera, rebosando de vida.





 Este castillo fue fundado en 1583, y, desde entonces, ha sido reconstruído cuatro veces. El edificio principal tiene una forma larga, sobre la cima de una loma. Al lado hay grandes espacios planos, sin nada más, pero está tan largo, que no cabe en el marco de la fotografía.

Al final del día, ya cansados de tanto caminar, había que seguir caminando para no dejar que el frío congelara nuestras coyunturas, porque una vez que uno se sienta, ya empieza a parecerse a las piedras sobre las cuales está sentado.

De comida:
* sushi (寿司): pescado crudo con arroz,
* onigiri (お握り): bola de arroz con pescado frito o cocido, envuelta en una hoja verde de algas marinas procesadas, "nori" (海苔),
* obento (お弁当): caja de arroz con verduras y más pescado,
* té verde, Genmaicha (玄米茶), y,
* galletas de arroz, Osenbei (お煎餅).

Finalmente volvemos al Ryokan (旅館), pequeño hotel estilo japonés, a relajarnos y a dormir, porque al día siguiente teníamos otra ciudad por visitar. Esa noche no hubo tiempo para pensar en claustrofobia. 

Referencias:
Kanazawa, Kenrokuen, en la wikipedia
Castillo de Kanazawa, en la wikipedia