viernes, 15 de agosto de 2008

Espacio y Cultura

Hay dos aspectos relacionados con el espacio:
* como se usa (ocupa) este dentro de una cultura; y,
* el espacio personal.


 Si habéis tenido la oportunidad de visitar los templos antiguos de Japón en Nara o en Kyoto, las capitales clásicas de la antigüedad, os habréis dado cuenta que, a pesar de Japón ser un país relativamente pequeño, hay una gran cantidad de amplios espacios vacíos, en habitaciones y corredores, así como también en los jardines. También habréis notado la simplicidad de la decoración de los espacios, y la austeridad de los jardines de los templos budistas. Podemos contrastar esto con la aglomeración de objetos en occidente, y el afán por decorar excesivamente los palacios europeos (iglesias y palacios, por ejemplo).


Quizás esto muestra el contraste de valores de las culturas: el materialismo de occidente, comparado con el ascetismo de oriente.

Otra cosa que he notado es que las culturas orientales no le tienen miedo al silencio (ese espacio entre intervalos de tiempo). Los occidentales, en cambio, parece que le tienen un pavor espantoso al silencio, y siempre que hay dos personas, alguna tiene que siempre estar hablando "pavadas". En Japón, por contraste, es común ver una pareja de noviecitos sentados en un café compartiendo una bebida, sin cruzar palabra por media hora.

Por último, el otro aspecto que quiero mencionar es la percepción del espacio personal, relacionado con los individuos. El espacio personal se define normalmente como el espacio inmediato alrededor de una persona, y normalmente se extiende al círculo definido por la extensión de sus brazos.

Cuando alguien nos invade nuestro espacio personal, tenemos la tendencia a echarnos para atrás, aún involuntaria o inconscientemente, porque nos incomodamos con su proximidad.

La percepción del espacio personal varía de cultura en cultura. En países aglomerados de gente, tales como Japón e India, el espacio personal es bastante reducido, o casi inexistente. En el tren de la mañana en Tokyo, por ejemplo, donde hay empujadores profesionales con guantes blancos encargados de "ayudar" a la gente para que las puertas del tren se puedan cerrar, las caras de las personas quedan apenas a unos pocos centímetros. Esto para un occidental es bastante molesto, pero para los japoneses no representa ningún inconveniente. 


 De igual manera, en las oficinas japonesas, todos los trabajadores tienen sus escritorios de trabajo, lado a lado, hasta 500 en un solo piso, sin divisiones fronterizas ni cubículos (como los hay en las compañías occidentales). Ni siquiera el jefe tiene el privilegio de una oficina privada. Se encuentra allí sentado como todo el mundo, al lado de su secretaria. Y ellos lo justifican diciendo que "así se comunican mejor".


Por contraste, en un país como Australia, un continente amplio (tan grande como EEUU), y relativamente despoblado (con solamente 22 millones de habitantes), es comprensible que el espacio personal se extienda mucho más allá de la extensión de los brazos. En algunas fincas la puerta de la casa se encuentra a 20 kilómetros de la entrada a la propiedad. Si uno sobrepasa esos límites fronterizos, sin ser invitado, es bastante probable que lo reciban con escopeta en mano y con una actitud bastante hostil.
Y en verano, cuando la gente va a la playa, si ve más de cinco personas dice "aquí no que hay mucha gente; mejor vámonos a buscar otra playa". 



Referencias:
"The anthropology of Space and Place"
El Período Nara
El Período Heian (Kyoto)
Espacio personal
Empatía Espacial

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